Biblia Jubileo 2000 1Escucha, pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca. 2Abriré mi boca en parábola; hablaré enigmas del tiempo antiguo. 3Las cuales hemos oído y entendido; que nuestros padres nos las contaron. 4No las encubriremos a sus hijos, contando a la generación venidera las alabanzas del SEÑOR, y su fortaleza, y sus maravillas que hizo. 5El estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel; las cuales mandó a nuestros padres que las notificaran a sus hijos; 6para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; y los que se levantarán, lo cuenten a sus hijos 7con el fin de poner su confianza en Dios, y no olvidar de las obras de Dios, y guardar sus mandamientos: 8Y no ser como sus padres, generación contumaz y rebelde; generación que no compuso su corazón, ni su espíritu fue fiel con Dios. 9Los hijos de Efraín armados, flecheros, volvieron las espaldas en el día de la batalla. 10No guardaron el pacto de Dios, ni quisieron andar en su ley; 11antes se olvidaron de sus obras, y de sus maravillas que les había mostrado. 12Delante de sus padres hizo maravillas en la tierra de Egipto, en el campo de Zoán. 13Rompió el mar, y los hizo pasar; e hizo estar las aguas como en un montón. 14Y los llevó con nube de día, y toda la noche con resplandor de fuego. 15Hendió las peñas en el desierto; y les dio a beber de abismos grandes; 16y sacó de la peña corrientes, e hizo descender aguas como ríos. 17Pero aun tornaron a pecar contra él, enojando al Altísimo en la soledad. 18Y tentaron a Dios en su corazón, pidiendo comida al gusto de su alma. 19Y hablaron contra Dios, diciendo: ¿Podrá Dios ponernos mesa en el desierto? 20He aquí ha herido la peña, y corrieron aguas, y arroyos salieron ondeando: ¿Podrá también dar pan? ¿Aparejará carne a su pueblo? 21Por tanto oyó el SEÑOR, y se enojó; se encendió el fuego contra Jacob, y el furor subió también contra Israel; 22por cuanto no habían creído a Dios, ni habían confiado de su salud. 23Y mandó a las nubes de arriba, y abrió las puertas de los cielos, 24e hizo llover sobre ellos maná para comer, y les dio trigo de los cielos. 25Pan de fuertes comió el hombre; les envió comida en abundancia. 26Movió el solano en el cielo, y trajo con su fortaleza el austro, 27e hizo llover sobre ellos carne como polvo, y aves de alas como arena del mar. 28Y las hizo caer en medio de su campamento, alrededor de sus tiendas. 29Y comieron, y se llenaron bien; les cumplió pues su deseo. 30No habían quitado de sí su deseo, aun estaba su vianda en su boca, 31cuando vino sobre ellos el furor de Dios, y mató los más robustos de ellos, y derribó los escogidos de Israel. 32Con todo esto pecaron aún, y no dieron crédito a sus maravillas. 33Consumió por tanto sus días en vanidad, y sus años en tribulación. 34Si los mataba, entonces le buscaban; y se convertían, y buscaban a Dios de mañana. 35Y se acordaban que Dios era su refugio, y el Dios Alto su redentor. 36Mas le lisonjeaban con su boca, y con su lengua le mentían, 37pues sus corazones no eran rectos con él, ni estuvieron firmes en su pacto. 38Pero él, misericordioso, perdonaba su iniquidad, y no los destruyó; y abundó su misericordia para apartar su ira, y no despertó toda su ira. 39Y se acordó que eran carne; soplo que va y no vuelve. 40¡Cuántas veces lo ensañaron en el desierto, lo enojaron en la soledad! 41Y volvían, y tentaban a Dios, y ponían límite al Santo de Israel. 42No se acordaron de su mano, del día que los rescató de angustia; 43cuando puso en Egipto sus señales, y sus maravillas en el campo de Zoán; 44y volvió sus ríos en sangre, y sus corrientes para que no bebieran. 45Envió entre ellos enjambres de moscas que los comían, y ranas que los destruyeron. 46Dio también al pulgón sus frutos, y sus trabajos a la langosta. 47Sus viñas destruyó con granizo, y sus higuerales con piedra; 48y entregó al pedrisco sus bestias, y al fuego sus ganados. 49Envió sobre ellos el furor de su saña; ira, enojo, angustia, y ángeles malos. 50Dispuso el camino a su furor; no eximió el alma de ellos de la muerte, sino que entregó su vida a la mortandad. 51E hirió a todo primogénito en Egipto, las primicias de las fuerzas en las tiendas de Cam. 52Hizo salir a su pueblo como ovejas, y los llevó por el desierto, como un rebaño. 53Y los pastoreó con seguridad, que no tuvieron miedo; y el mar cubrió a sus enemigos. 54Los metió después en los términos de su santidad, en este monte que ganó su mano derecha. 55Y echó los gentiles de delante de ellos, y les repartió una herencia con cuerdas; e hizo habitar en sus moradas a las tribus de Israel. 56Mas tentaron y enojaron al Dios Altísimo, y no guardaron sus testimonios; 57sino que se volvieron, y se rebelaron como sus padres; se volvieron como arco engañoso. 58Y le enojaron con sus lugares altos, y le provocaron a celo con sus esculturas. 59Lo oyó Dios, y se enojó, y en gran manera aborreció a Israel. 60Por esta causa dejó el tabernáculo de Silo, la tienda en que habitó entre los hombres; 61y dio en cautividad su fortaleza, y su gloria en mano del enemigo. 62Entregó también su pueblo a espada, y se airó contra su heredad. 63El fuego devoró sus jóvenes, y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales. 64Sus sacerdotes cayeron a espada, y sus viudas no se lamentaron. 65Entonces despertó el Señor a la manera del que ha dormido, como un valiente que grita a causa del vino: 66e hirió a sus enemigos en las partes posteriores; les dio perpetua afrenta. 67Y aborreció la tienda de José, y no escogió la tribu de Efraín. 68Sino que escogió la tribu de Judá, el monte de Sion, al cual amó. 69Y edificó su santuario a manera de eminencia, como la tierra que cimentó para siempre. 70Y eligió a David su siervo, y lo tomó de las majadas de las ovejas; 71de tras las paridas lo trajo, para que apacentara a Jacob su pueblo, y a Israel su heredad. 72Y los apacentó con entereza de su corazón; y los pastoreó con la inteligencia de sus manos. |