Reina Valera Gómez 1Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña.
2Y habiendo acordado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.
3Y saliendo cerca de la hora tercera, vio a otros en la plaza que estaban ociosos,
4y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron.
5Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo.
6Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban ociosos, y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día ociosos?
7Ellos le dicen: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo. 8Y cuando cayó la tarde, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. 9Y viniendo los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario. 10Y cuando vinieron los primeros, pensaban que habían de recibir más, pero ellos también recibieron cada uno un denario. 11Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, 12diciendo: Estos postreros han trabajado sólo una hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos llevado la carga y el calor del día. 13Mas él respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no acordaste conmigo por un denario? 14Toma lo que es tuyo y vete; pero quiero dar a este postrero igual que a ti. 15¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O es malo tu ojo porque yo soy bueno? 16Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros: Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos. 17Y subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: 18He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; 19y le entregarán a los gentiles para ser escarnecido, azotado, y crucificado, mas al tercer día resucitará. 20Entonces vino a Él la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, adorándole y pidiéndole algo. 21Y Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Concede que en tu reino se sienten estos mis dos hijos, el uno a tu mano derecha, y el otro a tu izquierda. 22Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís: ¿Podéis beber la copa que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Ellos le dijeron: Podemos. 23Y Él les dijo: A la verdad de mi copa beberéis, y seréis bautizados con el bautismo que yo soy bautizado, pero el sentaros a mi mano derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre. 24Y oyéndolo los diez, se indignaron contra los dos hermanos. 25Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los príncipes de los gentiles se enseñorean sobre ellos, y los que son grandes ejercen sobre ellos autoridad. 26Mas entre vosotros no será así, sino que el que quisiere ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor, 27y el que quisiere ser el primero entre vosotros, sea vuestro servidor; 28así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. 29Y saliendo ellos de Jericó, le seguía una gran multitud. 30Y he aquí, dos ciegos sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 31Y la multitud les reprendía para que callasen; pero ellos más clamaban, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 32Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 33Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos. 34Entonces Jesús, teniendo compasión de ellos, tocó sus ojos, y al instante sus ojos recibieron la vista; y le siguieron. |