Reina Valera Gómez 1En esto, juntándose una innumerable multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es hipocresía.
2Porque nada hay encubierto, que no haya de ser revelado; ni oculto, que no haya de saberse.
3Por tanto, lo que dijisteis en tinieblas, a la luz será oído; y lo que hablasteis al oído en las alcobas, será pregonado en las azoteas. 4Y yo os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. 5Mas os enseñaré a quién debéis temer: Temed a Aquél que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno: Sí, os digo: A Éste temed. 6¿No se venden cinco pajarillos por dos blancas? Y ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. 7Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; de más estima sois vosotros que muchos pajarillos. 8Y os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; 9pero el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. 10Y todo aquel que dijere palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado. 11Y cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y potestades, no os preocupéis de cómo o qué habéis de responder, o qué habéis de decir; 12porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debéis decir. 13Y le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. 14Mas Él le dijo: Hombre, ¿quién me puso por juez o partidor sobre vosotros? 15Y les dijo: Mirad, y guardaos de la avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. 16Y les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho; 17y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde almacenar mis frutos? 18Y dijo: Esto haré; derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí almacenaré todos mis frutos y mis bienes; 19y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. 20Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? 21Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. 22Y dijo a sus discípulos: Por tanto os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. 23La vida es más que la comida, y el cuerpo más que el vestido. 24Considerad los cuervos, que no siembran, ni siegan; que no tienen almacén, ni granero, y Dios los alimenta. ¿Cuánto más sois vosotros de más estima que las aves? 25¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? 26Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás? 27Considerad los lirios, cómo crecen; no labran, ni hilan; y os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. 28Y si así viste Dios la hierba, que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno; ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? 29Vosotros, pues, no os preocupéis qué habéis de comer, o qué habéis de beber; ni estéis ansiosos. 30Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. 31Mas buscad primeramente el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. 32No temáis, manada pequeña; porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. 33Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en el cielo que no se agote; donde ladrón no llega, ni polilla corrompe. 34Porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón. 35Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; 36y vosotros sed semejantes a hombres que esperan cuando su señor ha de volver de las bodas; para que cuando venga y toque, en seguida le abran. 37Bienaventurados aquellos siervos a quienes el señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá y les servirá. 38Y si viene a la segunda vigilia, o aunque venga a la tercera vigilia, y los halla así, bienaventurados son aquellos siervos. 39Y esto sabed, que si supiese el padre de familia a qué hora había de venir el ladrón, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. 40Vosotros, pues, también, estad apercibidos; porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá. 41Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos? 42Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente, a quien su señor pondrá sobre su familia, para que a tiempo les dé su ración? 43Bienaventurado aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo halle haciendo así. 44En verdad os digo que él le pondrá sobre todos sus bienes. 45Pero si aquel siervo dice en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comienza a golpear a los siervos y a las criadas, y a comer y beber y a embriagarse; 46vendrá el señor de aquel siervo el día que no lo espera, y a la hora que no sabe, y le apartará, y pondrá su parte con los incrédulos. 47Y aquel siervo que sabía la voluntad de su señor y no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48Pero el que sin saberla, hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque al que mucho le es dado, mucho le será demandado; y al que encomendaron mucho, más le será pedido. 49Fuego vine a meter en la tierra; ¿y qué quiero, si ya está encendido? 50Pero de un bautismo me es necesario ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla! 51¿Pensáis que he venido a la tierra para dar paz? Os digo: No, sino disensión. 52Porque de aquí en adelante cinco en una casa estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres. 53El padre estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra. 54Y decía también a la gente: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y es así. 55Y cuando sopla el viento del sur, decís: Hará calor; y lo hace. 56¡Hipócritas! Sabéis discernir la faz del cielo y de la tierra; ¿y cómo no discernís este tiempo? 57¿Y por qué aun de vosotros mismos no juzgáis lo que es justo? 58Cuando vayas al magistrado con tu adversario, procura en el camino librarte de él; para que no te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59Te digo que no saldrás de allí, hasta que hayas pagado hasta la última blanca. |