Biblia Jubileo 2000 1Mejor es un bocado seco, y en paz, que la casa de contienda llena de sacrificios de fiesta. 2El siervo prudente se enseñoreará del hijo que deshonra, y entre los hermanos compartirá la herencia. 3El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; mas el SEÑOR prueba los corazones. 4El malo está atento al labio inicuo; y el mentiroso escucha a la lengua maldiciente. 5El que escarnece al pobre, afrenta a su Hacedor; y el que se alegra en la calamidad ajena, no quedará sin castigo. 6Corona de los viejos son los hijos de los hijos; y la honra de los hijos, sus padres. 7No conviene al loco la altilocuencia; ¡cuánto menos al príncipe el labio mentiroso! 8Piedra preciosa es el soborno en ojos de sus dueños; a dondequiera que se vuelve, da prosperidad. 9El que cubre la prevaricación, busca el amor; mas el que reitera el asunto, aparta los amigos. 10Aprovecha la reprensión en el entendido, más que cien azotes en el loco. 11El rebelde no busca sino mal; y mensajero cruel será enviado contra él. 12 Mejor es que se encuentre un hombre con una osa a la cual han robado sus cachorros, que con un loco en su locura. 13El que da mal por bien, no se apartará el mal de su casa. 14Soltar las aguas (hablar precipitadamente) es el principio de la contienda; pues, antes que se revuelva el pleito, déjalo. 15El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos por igual son abominación al SEÑOR. 16¿De qué sirve el precio en la mano del loco para comprar sabiduría, no teniendo corazón para entender? 17En todo tiempo ama el amigo; mas el hermano para la angustia es nacido. 18El hombre falto de entendimiento toca la mano, fiando a otro delante de su amigo. 19La prevaricación ama el que ama el pleito; y el que alza su portada, quebrantamiento busca. 20El perverso de corazón nunca hallará bien; y el que revuelve con su lengua, caerá en mal. 21El que engendra al loco, para su tristeza lo engendra; y el padre del loco no se alegrará. 22El corazón alegre hará bien como una medicina; mas el espíritu triste seca los huesos. 23 El impío toma soborno en secreto para pervertir las veredas del derecho. 24En el rostro del entendido aparece la sabiduría; mas los ojos del loco manifiestan su locura hasta el cabo de la tierra. 25El hijo loco es enojo a su padre, y amargura a la que lo engendró. 26Ciertamente no es bueno condenar al justo, ni herir a los príncipes por hacer lo recto. 27El que detiene sus palabras tiene sabiduría; y de espíritu excelente es el hombre inteligente. 28Aun el loco cuando calla, es contado por sabio; el que cierra sus labios es entendido. |