Reina Valera Gómez 1Como la nieve en el verano, y la lluvia en la siega, así no conviene al necio la honra. 2Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa. 3El látigo para el caballo, y el cabestro para el asno, y la vara para la espalda del necio. 4No respondas al necio conforme a su necedad, para que no seas tú también como él. 5Responde al necio según su necedad, para que no se estime sabio en su propia opinión. 6El que envía mensaje por mano de un necio, se corta los pies y bebe su daño. 7Las piernas del lisiado, penden inútiles; así el proverbio en la boca del necio. 8Como quien liga la piedra en la honda, así hace el que al necio da honra. 9Espinas hincadas en mano del embriagado, tal es el proverbio en la boca de los necios. 10El grande Dios que creó todas las cosas; da la paga al insensato, y da la paga a los transgresores. 11Como perro que vuelve a su vómito, así es el necio que repite su necedad. 12¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él. 13Dice el perezoso: El león está en el camino; el león está en las calles. 14Como la puerta gira sobre sus quicios; así el perezoso da vueltas en su cama. 15Esconde el perezoso su mano en su seno; se cansa de llevarla a su boca. 16En su propia opinión el perezoso es más sabio que siete que pueden aconsejar. 17El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno, es como el que toma al perro por las orejas. 18Como el que enloquece, y echa llamas y saetas y muerte, 19tal es el hombre que engaña a su amigo, y dice: ¿Acaso no estaba yo bromeando? 20Sin leña se apaga el fuego; y donde no hay chismoso, cesa la contienda. 21El carbón para brasas, y la leña para el fuego; y el hombre rencilloso para encender contienda. 22Las palabras del chismoso son como estocadas, y penetran hasta lo más profundo del vientre. 23Como escoria de plata echada sobre el tiesto, son los labios enardecidos y el corazón malo. 24El que odia, disimula con sus labios; pero en su interior maquina engaño. 25Cuando hablare amigablemente, no le creas; porque siete abominaciones hay en su corazón. 26Aunque su odio es encubierto con disimulo; su maldad será descubierta en la congregación. 27El que cavare foso, caerá en él: y el que ruede la piedra, ésta volverá a él. 28La lengua mentirosa aborrece a los afligidos; y la boca lisonjera acarrea ruina. |