Biblia Jubileo 2000 1Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día.
2Y exclamó Job, y dijo: 3Perezca el día en que yo fui nacido, y la noche que dijo: Varón es concebido. 4Aquel día fuera tinieblas, y Dios no curara de él desde arriba, ni claridad resplandeciera sobre él. 5Que tinieblas y sombra de muerte sea su redentor; reposara sobre él nublado, que lo hiciera horrible como día caluroso. 6Aquella noche ocupara oscuridad, ni fuera contada entre los días del año, ni viniera en el número de los meses. 7¡Oh, si fuere aquella noche solitaria, que no viniera en ella canción! 8Maldijéranla los que maldicen al día, los que se aparejan para levantar su llanto. 9Las estrellas de su alba fueran oscurecidas; esperaran la luz, y no viniera, ni viera los párpados de la mañana; 10por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba, ni escondió de mis ojos la miseria. 11¿Por qué no morí yo desde la matriz, o fui traspasado saliendo del vientre? 12¿Por qué me previnieron las rodillas? ¿Y para qué los senos que mamare? 13Pues que ahora yaciera yo, y reposara; durmiera, y entonces tuviera reposo, 14con los reyes y con los consejeros de la tierra, que edifican para sí los desiertos; 15o con los príncipes que poseen el oro, que llenan sus casas de plata. 16O ¿por qué no fui escondido como abortivo, como los pequeñitos que nunca vieron luz? 17Allí los impíos dejaron de molestar, y allí descansaron los de cansadas fuerzas. 18Allí también reposaron los cautivos; no oyeron la voz del exactor. 19Allí está el chico y el grande; allí es el siervo libre de su señor. 20¿Por qué dio luz al trabajado, y vida a los amargos de ánimo? 21Que esperan la muerte, y no la hay; y la buscan más que tesoros. 22Que se alegran sobremanera, y se gozan cuando hallan el sepulcro. 23Al hombre que no sabe por donde vaya, y que Dios lo encerró. 24Porque antes que mi pan, viene mi suspiro; y mis bramidos corren como aguas. 25Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que temía. 26Nunca tuve prosperidad, nunca me aseguré, ni nunca me reposé; y me vino turbación. |