Reina Valera Gómez 1«Masquil de Asaf» ¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué humea tu furor contra las ovejas de tu prado? 2Acuérdate de tu congregación, que adquiriste de antiguo, la vara de tu heredad, la cual redimiste; este monte de Sión, donde has habitado. 3Levanta tus pies a los asolamientos eternos; a toda la maldad que el enemigo ha hecho en el santuario. 4Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas; han puesto sus banderas por señales. 5Cualquiera se hacía famoso según que había levantado el hacha sobre los gruesos maderos. 6Y ahora con hachas y martillos han quebrado todas sus entalladuras. 7Han puesto a fuego tus santuarios, han profanado el tabernáculo de tu nombre echándolo a tierra. 8Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez; han quemado todas las sinagogas de Dios en la tierra. 9No vemos ya nuestras señales; no hay más profeta; ni con nosotros hay quien sepa hasta cuándo. 10¿Hasta cuándo, oh Dios, el angustiador nos afrentará? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre? 11¿Por qué retraes tu mano, y tu diestra? ¿Por qué la escondes dentro de tu seno? 12Pero Dios es mi Rey ya de antiguo; el que obra salvación en medio de la tierra. 13Tú dividiste el mar con tu poder; quebrantaste cabezas de dragones en las aguas. 14Tú machacaste las cabezas del leviatán; lo diste por comida al pueblo de los desiertos. 15Tú abriste fuente y río; tú secaste ríos impetuosos. 16Tuyo es el día, tuya también es la noche; tú estableciste la luna y el sol. 17Tú estableciste todos los términos de la tierra; el verano y el invierno tú los formaste. 18Acuérdate de esto; que el enemigo ha afrentado a Jehová, y que el pueblo insensato ha blasfemado tu nombre. 19No entregues a las bestias el alma de tu tórtola; y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos. 20Mira al pacto; porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia. 21No vuelva avergonzado el oprimido; el pobre y el necesitado alaben tu nombre. 22Levántate, oh Dios, aboga tu causa; acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día. 23No olvides las voces de tus enemigos; el alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente. |