Reina Valera Gómez 1Entonces se juntaron a Él los fariseos, y ciertos de los escribas, que habían venido de Jerusalén.
2Y cuando vieron a algunos de sus discípulos comer pan con manos inmundas, es decir, no lavadas, los condenaban.
3Porque los fariseos y todos los judíos, guardando la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.
4Y volviendo del mercado, si no se lavan, no comen. Y muchas otras cosas hay que han recibido para guardar, como el lavar las copas, los jarros, los vasos de bronce, y las mesas.
5Entonces los fariseos y los escribas le preguntaron: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan sin lavarse las manos? 6Y respondiendo Él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, pero su corazón lejos está de mí. 7Pero en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres. 8Porque haciendo a un lado el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres; el lavamiento de jarros, de copas; y hacéis muchas otras cosas semejantes. 9Y les decía: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. 10Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldijere a su padre o a su madre, muera de muerte. 11Pero vosotros decís: Si un hombre dice a su padre o a su madre: Es corbán (que quiere decir, mi ofrenda) todo aquello con que pudiera ayudarte; quedará libre, 12y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, 13invalidando la palabra de Dios por vuestra tradición que disteis. Y muchas cosas hacéis semejantes a éstas. 14Y llamando a sí a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended: 15Nada hay fuera del hombre que entrando en él, le pueda contaminar, mas lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre. 16Si alguno tiene oídos para oír, oiga. 17Y apartado de la multitud, habiendo entrado en casa, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola. 18Y les dijo: ¿También vosotros estáis sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre no le puede contaminar? 19Porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina, limpiando todas las viandas. 20Y decía: Lo que sale del hombre, eso contamina al hombre. 21Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 22los hurtos, las avaricias, las maldades, los engaños, las lascivias, el ojo maligno, la blasfemia, la soberbia, la insensatez. 23Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre. 24Y levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse. 25Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, oyendo de Él, vino y se postró a sus pies. 26Y la mujer era griega, sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. 27Pero Jesús le dijo: Deja que primero se sacien los hijos, porque no está bien quitar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. 28Y ella respondió y le dijo: Sí, Señor, pero aun los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. 29Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. 30Y cuando ella llegó a su casa, halló que el demonio había salido, y a su hija acostada sobre la cama. 31Y saliendo otra vez de la región de Tiro y de Sidón, vino al mar de Galilea, a través de las costas de Decápolis. 32Y le trajeron a uno que era sordo y tartamudo, y le rogaron que pusiera su mano sobre él. 33Y tomándole aparte de la multitud, metió sus dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua; 34y alzando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata; que es: Sé abierto. 35Y al instante sus oídos fueron abiertos, y fue suelta la atadura de su lengua, y hablaba bien. 36Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban. 37Y se maravillaban en gran manera, diciendo: Todo lo ha hecho bien; hace a los sordos oír y a los mudos hablar. |