Reina Valera Gómez 1Entonces dijo a los discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen!
2Mejor le fuera si se le atase al cuello una piedra de molino, y se le lanzase en el mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.
3Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano peca contra ti, repréndele; y si se arrepiente, perdónale.
4Y si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale. 5Y los apóstoles dijeron al Señor: Auméntanos la fe. 6Y el Señor dijo: Si tuviereis fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería. 7¿Y quién de vosotros teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, le dice en seguida: Pasa, siéntate a la mesa? 8¿No le dice más bien: Adereza qué cene, y cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? 9¿Da gracias al siervo porque hizo lo que le había sido mandado? Pienso que no. 10Así también vosotros, cuando hubiereis hecho todo lo que os es mandado, decid: Siervos inútiles somos, porque lo que debíamos hacer, hicimos. 11Y aconteció que yendo Él a Jerusalén, pasó por medio de Samaria y de Galilea. 12Y entrando en una aldea, le vinieron al encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos, 13y alzaron la voz, diciendo: Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros. 14Y cuando Él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que yendo ellos, fueron limpiados. 15Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz; 16y se postró sobre su rostro a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. 17Y respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? ¿Y los nueve dónde están? 18¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? 19Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha sanado. 20Y preguntándole los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, respondió y les dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia; 21ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios entre vosotros está. 22Y dijo a sus discípulos: Tiempo vendrá, cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis. 23Y os dirán: Helo aquí, o helo allí. No vayáis tras ellos, ni los sigáis. 24Porque como el relámpago, que resplandeciendo, alumbra de un extremo al otro bajo del cielo, así también será el Hijo del Hombre en su día. 25Pero primero es necesario que padezca mucho, y sea rechazado por esta generación. 26Y como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. 27Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca; y vino el diluvio, y destruyó a todos. 28Asimismo también como fue en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; 29pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y destruyó a todos. 30Así también será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste. 31En aquel día, el que esté en la azotea, y sus pertenencias en casa, no descienda a tomarlas; y el que esté en el campo, igualmente, no vuelva atrás. 32Acordaos de la esposa de Lot. 33Cualquiera que procure salvar su vida, la perderá; y cualquiera que la pierda, la salvará. 34Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado. 35Dos mujeres estarán moliendo juntas; la una será tomada, y la otra dejada. 36Dos estarán en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado. 37Y respondiendo, le dijeron: ¿Dónde, Señor? Y Él les dijo: Donde esté el cuerpo, allí también se juntarán las águilas. |