Reina Valera Gómez 1Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo, si estrechaste tu mano por el extraño, 2enlazado eres con las palabras de tu boca, y preso con las razones de tu boca. 3Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, ya que has caído en la mano de tu prójimo; ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo. 4No des sueño a tus ojos, ni a tus párpados adormecimiento. 5Escápate como el corzo de la mano del cazador, y como el ave de la mano del parancero. 6Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; 7la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, 8prepara en el verano su comida y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. 9Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? 10Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar por un poco las manos para reposo: 11Así vendrá tu necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre armado. 12El hombre malo, el hombre depravado, anda con perversidad de boca; 13Guiña con sus ojos, habla con sus pies, hace señas con sus dedos; 14Perversidades hay en su corazón, continuamente trama el mal, y siembra discordia. 15Por tanto su calamidad vendrá de repente; súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio. 16Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: 17Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, 18el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, 19el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre los hermanos. 20Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no dejes la ley de tu madre: 21Átalos siempre en tu corazón, enlázalos a tu cuello. 22Te guiarán cuando anduvieres; cuando durmieres, te guardarán; hablarán contigo cuando despertares. 23Porque el mandamiento es antorcha, y la enseñanza es luz; y camino de vida las reprensiones de la instrucción; 24para que te guarden de la mala mujer, de la blandura de la lengua de la mujer extraña. 25No codicies su hermosura en tu corazón, ni ella te prenda con sus ojos; 26porque a causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan; y la mujer adúltera caza la preciosa alma del varón. 27¿Tomará el hombre fuego en su seno, sin que su vestidura se queme? 28¿Andará el hombre sobre brasas, sin que se quemen sus pies? 29Así el que entrare a la esposa de su prójimo; no será sin culpa cualquiera que la tocare. 30No tienen en poco al ladrón, aunque hurte para saciar su alma cuando tiene hambre; 31pero si es sorprendido, pagará siete tantos, y dará toda la sustancia de su casa. 32Mas el que comete adulterio con la mujer, es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace. 33Plaga y vergüenza hallará; y su afrenta nunca será borrada. 34Porque los celos son el furor del hombre, y no perdonará en el día de la venganza. 35No aceptará ninguna restitución; ni querrá perdonar, aunque multipliques los dones. |