Reina Valera Gómez 1Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno del llamamiento con que sois llamados;
2con toda humildad y mansedumbre, con paciencia soportándoos los unos a los otros en amor,
3solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
4Un cuerpo, y un Espíritu, como sois también llamados en una misma esperanza de vuestro llamamiento.
5Un Señor, una fe, un bautismo,
6un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todo, y por todo, y en todos vosotros. 7Pero a cada uno de nosotros es dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. 8Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. 9(Ahora, que Él subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 10El que descendió, es el mismo que también subió sobre todos los cielos para llenar todas las cosas.) 11Y Él mismo dio a unos, apóstoles; y a unos, profetas; y a unos, evangelistas; y a unos, pastores y maestros; 12a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; 13hasta que todos lleguemos en la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error. 15Antes hablando la verdad en amor, crezcamos en todas las cosas, en Aquél que es la cabeza, en Cristo; 16de quien todo el cuerpo bien ligado entre sí, y unido por lo que cada coyuntura suple, conforme a la eficacia y medida de cada miembro, hace que el cuerpo crezca para la edificación de sí mismo en amor. 17Esto, pues, digo y requiero en el Señor; que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, 18teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos a la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; 19los cuales habiendo perdido toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para con avidez cometer toda clase de impureza. 20Pero vosotros no habéis aprendido así a Cristo; 21si es que le habéis oído, y habéis sido por Él enseñados de cómo la verdad está en Jesús. 22En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a las concupiscencias engañosas; 23y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24y vestíos del nuevo hombre, que es creado según Dios, en justicia y en santidad verdadera. 25Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. 26Airaos, pero no pequéis: No se ponga el sol sobre vuestro enojo; 27ni deis lugar al diablo. 28El que hurtaba, no hurte más; antes trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padeciere necesidad. 29Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca; sino la que sea buena y sirva para edificación, para que dé gracia a los oyentes. 30Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual estáis sellados para el día de la redención. 31Toda amargura, y enojo, e ira, y gritería, y maledicencia, y toda malicia, sea quitada de entre vosotros; 32y sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como también Dios en Cristo os perdonó. |