Biblia Jubileo 2000 1Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado la obra que hiciste en sus tiempos, en los tiempos antiguos. 2Tú con tu mano echaste los gentiles, y los plantaste a ellos en su lugar; afligiste los pueblos, y los arrojaste. 3Porque no heredaron la tierra por su espada, ni su brazo los libró; sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro, porque te complaciste en ellos. 4Tú, oh Dios, eres mi rey: Manda saludes a Jacob. 5Por medio de ti acornearemos a nuestros enemigos; en tu Nombre atropellaremos a nuestros adversarios. 6Porque no confiaré en mi arco, ni mi espada me salvará. 7Porque tú nos has guardado de nuestros enemigos, y has avergonzado a los que nos aborrecían. 8En Dios nos alabamos todo el tiempo, y para siempre loaremos tu Nombre. (Selah.) 9Pero nos has desechado, y nos has hecho avergonzar; y no sales en nuestros ejércitos. 10Nos hiciste retroceder del enemigo, y nos saquearon para sí los que nos aborrecieron. 11Nos pusiste como a ovejas para comida, y nos esparciste entre los gentiles. 12Has vendido tu pueblo de balde, y sin precio. 13Nos pusiste por vergüenza a nuestros vecinos, por escarnio y por burla a los que nos rodean. 14Nos pusiste por proverbio entre los gentiles, por movimiento de cabeza en los pueblos. 15Cada día mi vergüenza está delante de mí, y me cubre la confusión de mi rostro, 16por la voz del que me blasfema y deshonra, por la voz del enemigo y del que se venga. 17Todo esto nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti; y no hemos faltado a tu pacto. 18No se ha vuelto atrás nuestro corazón, ni tampoco se han apartado nuestros pasos de tus caminos. 19Cuando nos quebrantaste en el lugar de los dragones, y nos cubriste con sombra de muerte, 20si nos hubiéramos olvidado del Nombre de nuestro Dios, o alzado nuestras manos a dios ajeno, 21¿No demandaría Dios esto? Porque él conoce los secretos del corazón. 22Antes por tu causa nos matan cada día; somos tenidos como ovejas para el degolladero. 23Despierta; ¿por qué duermes, Señor? Despierta, no nos deseches para siempre. 24¿Por qué escondes tu rostro? ¿Olvidaste nuestra aflicción, y la opresión nuestra? 25Porque nuestra alma se ha agobiado hasta el polvo; nuestro vientre está pegado con la tierra. 26Levántate para ayudarnos, y redímenos por tu misericordia. |