Eclesiastés 10
Reina Valera Gómez
1Las moscas muertas hacen que el perfume del perfumista dé mal olor; así una pequeña locura, al estimado como sabio y honorable. 2El corazón del sabio está a su mano derecha; mas el corazón del necio a su mano izquierda. 3Y aun mientras va el necio por el camino, le falta la cordura, y va diciendo a todos, que es necio. 4Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque el ceder hará cesar grandes ofensas.

5Hay un mal que he visto debajo del sol, como el error emanado del príncipe; 6la necedad está colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo. 7Vi siervos a caballo, y príncipes caminando como siervos sobre la tierra.

8El que hiciere el hoyo caerá en él; y al que rompiere el vallado, le morderá la serpiente. 9El que remueve las piedras, se herirá con ellas; el que parte la leña, en ello peligrará. 10Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza; pero la sabiduría es provechosa para dirigir. 11Muerde la serpiente cuando no está encantada, y el lenguaraz no es mejor. 12Las palabras de la boca del sabio son gracia; mas los labios del necio causan su propia ruina. 13El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo desvarío. 14El necio multiplica las palabras; el hombre no sabe lo que ha de ser; ¿y quién le hará saber lo que después de él será? 15El trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por dónde ir a la ciudad. 16¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana! 17¡Bienaventurada, tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para embriagarse! 18Por la pereza se cae la techumbre, y por la flojedad de manos se llueve la casa. 19Por el placer se hace el convite, y el vino alegra a los vivos; y el dinero responde a todo. 20Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en los secretos de tu cámara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra.

Ecclesiastes 9
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