Reina Valera Gómez 1Alcé después mis ojos, y miré y he aquí un varón que tenía en su mano un cordel de medir.
2Y le dije: ¿A dónde vas? Y Él me respondió: A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud.
3Y he aquí, salía aquel Ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro,
4y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin muros será habitada Jerusalén a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella.
5Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y seré la gloria en medio de ella. 6Eh, eh, huid de la tierra del norte, dice Jehová, pues por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice Jehová. 7Oh Sión, la que moras con la hija de Babilonia, escápate. 8Porque así dice Jehová de los ejércitos: Después de la gloria Él me ha enviado a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo. 9Porque he aquí yo alzo mi mano sobre ellos, y serán despojo a sus siervos, y sabréis que Jehová de los ejércitos me ha enviado. 10Canta y alégrate, hija de Sión: porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, dice Jehová. 11Y muchas naciones se unirán a Jehová en aquel día, y serán mi pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti. 12Y Jehová poseerá a Judá su heredad en la tierra santa, y escogerá aún a Jerusalén. 13Calle toda carne delante de Jehová, porque Él se ha levantado de su santa morada. |