Biblia Jubileo 2000 1Alcé después mis ojos, y miré y he aquí un varón que tenía en su mano un cordel de medir.
2Y le dije: ¿A dónde vas? Y él me respondió: A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud.
3Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro,
4Y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin murallas será habitada Jerusalén a causa de la multitud de los hombres, y de las bestias en medio de ella.
5Yo seré para ella, dice el SEÑOR, muro de fuego en derredor, y seré por gloria en medio de ella. 6Eh, eh, huid de la tierra del aquilón, dice el SEÑOR, porque por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice el SEÑOR. 7Oh Sion, la que moras con la hija de Babilonia, escápate. 8Porque así dijo el SEÑOR de los ejércitos: Después de la gloria me enviará él a los gentiles que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo. 9Porque he aquí yo alzo mi mano sobre ellos, y serán despojo a sus siervos, y sabréis que el SEÑOR de los ejércitos me envió. 10Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, dijo el SEÑOR. 11Y se unirán muchos gentiles al SEÑOR en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que el SEÑOR de los ejércitos me ha enviado a ti. 12Y el SEÑOR poseerá a Judá su heredad en la Tierra santa, y escogerá aún a Jerusalén. 13Calle toda carne delante del SEÑOR, porque él se ha despertado de su santa morada. |