Reina Valera Gómez 1Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que ha de ser revelada:
2Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino de ánimo pronto;
3y no como teniendo señorío sobre la heredad de Dios, sino siendo ejemplos de la grey.
4Y cuando apareciere el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria. 5Igualmente, jóvenes, sujetaos a los ancianos; y todos sujetaos unos a otros, y vestíos de humildad; porque Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. 6Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte cuando fuere tiempo; 7echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros. 8Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; 9al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que las mismas aflicciones han de ser cumplidas en vuestros hermanos que están en el mundo. 10Y el Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su gloria eterna por Cristo Jesús, después que hubiereis padecido un poco de tiempo, Él mismo os perfeccione, afirme, corrobore y establezca. 11A Él sea gloria e imperio para siempre. Amén. 12Os he escrito por conducto de Silvano, a quien considero un hermano fiel a vosotros, exhortándoos, y testificando que ésta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis. 13La iglesia que está en Babilonia, juntamente elegida con vosotros, os saluda, y Marcos mi hijo. 14Saludaos unos a otros con ósculo de amor. Paz a todos vosotros los que estáis en Cristo Jesús. Amén. |