Reina Valera Gómez 1Y en cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, mas el amor edifica.
2Y si alguno piensa que sabe algo, aún no sabe nada como debe saber.
3Pero si alguno ama a Dios, el tal es conocido de Él. 4Y en cuanto a comer de aquello que es sacrificado a los ídolos, sabemos que el ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un solo Dios. 5Porque aunque haya algunos que se llamen dioses, ya sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), 6mas para nosotros sólo hay un Dios, el Padre, de quien son todas las cosas, y nosotros en Él; y un Señor, Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros por Él. 7Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos con conciencia del ídolo hasta ahora, comen como sacrificado a ídolos; y su conciencia, siendo débil, se contamina. 8Si bien el alimento no nos hace más aceptos a Dios; pues ni porque comamos, seremos más; ni porque no comamos, seremos menos. 9Mas mirad que esta vuestra libertad de ninguna manera venga a ser tropezadero a los que son débiles. 10Porque si te ve alguno a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en el templo de los ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será incitada a comer de lo sacrificado a los ídolos? 11Y por tu conocimiento se perderá el hermano débil por el cual Cristo murió. 12De esta manera, pues, pecando contra los hermanos, e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. 13Por lo cual, si la comida hace tropezar a mi hermano, jamás comeré carne para no ser tropiezo a mi hermano. |