Reina Valera Gómez 1Cantar de cantares, el cual es de Salomón. 2¡Oh si él me besara con ósculos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino. 3Por el olor de tus suaves ungüentos, tu nombre es ungüento derramado, por eso las doncellas te aman. 4Atráeme; en pos de ti correremos. Me metió el rey en sus cámaras; nos gozaremos y alegraremos en ti; nos acordaremos de tus amores más que del vino; los rectos te aman. 5Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable; como las cabañas de Cedar, como las cortinas de Salomón. 6No os fijéis en que soy morena, porque el sol me miró. Los hijos de mi madre se airaron contra mí, me hicieron guarda de las viñas, y mi viña, que era mía, no guardé. 7Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma, dónde apacientas, dónde haces recostar el rebaño al mediodía: Pues, ¿por qué había yo de estar como errante junto a los rebaños de tus compañeros? 8Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres, sal tras las huellas del rebaño, y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores. 9A yegua de los carros de Faraón te he comparado, amada mía. 10Hermosas son tus mejillas entre los pendientes, tu cuello entre los collares. 11Zarcillos de oro te haremos, con clavos de plata. 12Mientras que el rey estaba en su reclinatorio, mi nardo dio su olor. 13Mi amado es para mí un manojito de mirra, que reposa toda la noche entre mis pechos. 14Racimo de flores de alheña en las viñas de Engadi es para mí mi amado. 15He aquí que tú eres hermosa, amada mía; he aquí que eres bella; tus ojos son como de paloma. 16He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce; nuestro lecho también florido. 17Las vigas de nuestra casa son de cedro, y de ciprés los artesonados. |