Biblia Jubileo 2000 1Bueno es alabar al SEÑOR, y cantar salmos a tu Nombre, oh Altísimo; 2anunciar por la mañana tu misericordia, y tu fidelidad en las noches, 3en el decacordio y en el salterio, en tono suave con el arpa. 4Por cuanto me has alegrado, oh SEÑOR, con tus obras; en las obras de tus manos me gozo. 5¡Cuán grandes son tus obras, oh SEÑOR! Muy profundos son tus pensamientos. 6El hombre necio no sabe, y el loco no entiende esto: 7Florezcan los impíos como la hierba, y reverdezcan todos los que obran iniquidad, para ser destruidos para siempre. 8Mas tú, SEÑOR, para siempre eres Altísimo. 9Porque he aquí tus enemigos, oh SEÑOR, porque he aquí tus enemigos perecerán; serán disipados todos los que obran maldad. 10Y tú ensalzaste mi cuerno como de unicornio; fue ungido con óleo verde. 11Y miraron mis ojos mi deseo sobre mis enemigos; oyeron mis oídos mi deseo de los que se levantaron contra mí, de los malignos. 12El justo florecerá como la palma; crecerá como cedro en el Líbano. 13Plantados en la Casa del SEÑOR, en los atrios de nuestro Dios florecerán. 14Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes; 15para anunciar que el SEÑOR mi fortaleza es recto; y que no hay injusticia en él. |