Biblia Jubileo 2000 1Hermanos, si alguno fuere tomado en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con el espíritu de mansedumbre; considerándote a ti mismo, para que tú no seas también tentado.
2Sobrellevad los unos las cargas de los otros; y cumplid así la ley del Cristo.
3Porque el que estima de sí que es algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña.
4Así que cada uno examine su obra, y entonces tendrá gloria sólo respecto de sí mismo, y no en otro.
5Porque cada cual llevará su carga. 6Y el que es enseñado en la palabra, comunique en todo lo bueno al que lo instruye. 7No os engañéis, Dios no puede ser burlado; porque todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. 8Porque el que siembra en su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra en el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. 9No nos faltemos, pues, de hacer bien; que a su tiempo segaremos, si no hubiéremos faltado. 10Así que, entre tanto que tenemos tiempo, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. 11Mirad qué larga carta os he escrito de mi mano. 12Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os constriñen a que os circuncidéis, solamente por no padecer la persecución del madero del Cristo. 13Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; sino que quieren que vosotros seáis circuncidados, para gloriarse en vuestra carne. 14Mas lejos esté de mí gloriarme, sino en el madero del Señor nuestro, Jesús el Cristo, por quien el mundo me es muerto a mí, y yo al mundo. 15Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino la nueva criatura. 16Y todos los que anduvieren conforme a esta regla, la paz y la misericordia de Dios será sobre ellos, y sobre el Israel de Dios. 17De aquí en adelante nadie me sea molesto; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús. 18Hermanos, la gracia del Señor nuestro, Jesús el Cristo, sea con vuestro espíritu. Amén. |