Salmos 42:11
¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez. ¡ El es la salvación de mi ser, y mi Dios!
42:6-11 La manera de olvidar nuestras miserias, es recordar el Dios de nuestros misericordias. David vio los problemas que vienen de la ira de Dios, y que lo desanimó. Pero si uno problemas siguen duro tras otro, si todo parece combinar para nuestra ruina, recordemos que son nombrados y anuladas por el Señor. David se refiere al favor divino como la fuente de todo el bien que él buscaba. En el nombre del Salvador esperemos y recemos. Una palabra de él calmará cada tormenta, y girar a la medianoche las tinieblas a la luz del mediodía, las quejas más amargas en alabanzas gozosas. Nuestra expectativa creyendo de misericordia debe vivificar nuestras oraciones por él. Por fin, se viniese la fe triunfante, animándolo a confiar en el nombre del Señor, y para mantenerse a sí mismo en su Dios. Y añade: Y mi Dios; este pensamiento le permitió triunfar sobre todos sus pesares y temores. Nunca debemos pensar que el Dios de nuestra vida, y la roca de nuestra salvación, nos ha olvidado, si hemos hecho la misericordia, la verdad y el poder, nuestro refugio. Así, el salmista se esforzó contra su desaliento: al fin su fe y esperanza obtuvieron la victoria. Aprendamos a todas las dudas y temores incrédulos. Aplique la primera promesa a nosotros mismos, y luego suplicar a Dios.

Salmos 42 Comentario de Matthew Henry, traducido del Inglés

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Las citas Bíblicas son tomadas de La Biblia de las Américas © 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, La Habra, Calif, //www.lockman.org. Usadas con permiso.
Salmos 42:10
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