Comentario de Matthew Henry 26:1-11 Cuando Dios hizo buenas sus promesas a nosotros, espera que deberíamos poseer al honor de su fidelidad. Y nuestras comodidades son doblemente dulce, cuando vemos que fluye de la fuente de la promesa. La persona que ofreció sus primeros frutos, se debe recordar y poseer el origen medio de esa nación, de la que era miembro. Un Siro á punto de perecer fue mi padre. Jacob se llama aquí un sirio. Su nación está en su infancia vivió en Egipto como extraños, servían como esclavos. Eran unos pobres despreciados, personas oprimidas en Egipto; y aunque llegar a ser rico y grande, no tenía motivos para estar orgulloso, seguro, u olvidadizo de Dios. Se debe reconocer por suerte la gran bondad de Dios para Israel. La comodidad que tenemos en nuestros propios goces, debería conducir que seamos agradecidos por nuestra participación en la paz pública y la abundancia; y con los actuales misericordias debemos bendecir al Señor por los antiguos misericordias que recordamos, y las misericordias más que esperamos y esperamos para. Se debe ofrecer su canasta de las primicias. Cualquiera que sea algo bueno que Dios nos da, es su voluntad que hacemos un uso más cómodo que podemos de ella, trazando las corrientes a la Fuente de todo consuelo. 26:12-15 ¿Cómo se debe producir la tierra sus frutos, o, si lo hace, ¿qué consuelo podemos tomar en el mismo, a menos que con ello nuestro Dios nos da su bendición? Todo esto representa la relación de pacto entre un Dios reconciliado y cada creyente verdadero, y los privilegios y deberes que pertenecen a ella. Debemos estar atentos y demostrar que de acuerdo con el pacto de la gracia en Cristo Jesús, el Señor es nuestro Dios, y nosotros somos su pueblo, esperando en su camino señalado para el cumplimiento de sus promesas de gracia. 26:16-19 Moisés aquí hace cumplir los preceptos. Son las leyes de Dios, por lo tanto, no le harás que, a tal fin fueron ellas te dan; hacerlas, y disputar ellos no; hacerlas, y dibujar no la espalda; hacerlas, no por descuido e hipócritamente, pero con tu corazón y el alma, todo tu corazón y con toda tu alma. Nos abjurar nosotros mismos, y romper el compromiso más sagrado, si, cuando hemos llevado al Señor a ser nuestro Dios, no hacemos conciencia de obedecer sus mandamientos. Somos elegidos a la obediencia, 1 Ped 1:02; elegido para que seamos santos, Ef 1:04; purificado pueblo adquirido, para que podamos no sólo hacemos el bien, sino ser celosos en ellos, Tit 2:14. La santidad es el verdadero honor, y la única manera de honrar eterna.
Comentario de Matthew Henry [1706], traducido del Inglés Bible Hub |