1 Juan 3
Comentario de Matthew Henry
3:1,2 Poco sabe el mundo saber de la felicidad de los verdaderos seguidores de Cristo. Poco piensa el mundo que estos pobres, los despreciados humildes, son los favoritos de Dios, y morará en el cielo. Deje que los seguidores de Cristo se contenten con tarifa duro aquí, ya que están en una tierra de extraños, en donde nuestro Señor fue tan mal tratado antes que ellos. Los hijos de Dios deben andar por la fe, y vivir de la esperanza. Bien pueden esperar en la fe, la esperanza y el deseo ferviente de la revelación del Señor Jesús. Los hijos de Dios se conoce, y se manifiesten por la semejanza con su Cabeza. Ellos serán transformados en la misma imagen, por su visión de él.

3:3-10 Los hijos de Dios saben que su Señor es muy limpio de ojos para permitir que cualquier cosa impía e impura para morar con él. Es la esperanza de los hipócritas, no de los hijos de Dios, que hace provisión para gratificar los deseos impuros y deseos. Que seamos seguidores de él como sus queridos hijos, por lo tanto mostrar nuestro sentido de la misericordia inefable, y expresar que obediente agradecidos humilde mente, lo que nos convierte. El pecado es el rechazar la ley divina. En él, es decir, en Cristo, no había pecado. Todas las debilidades sin pecado que eran consecuencias de la caída, tomó; es decir, todos esos achaques de la mente o el cuerpo que sujeta el hombre al sufrimiento, y lo exponga a la tentación. Pero nuestras flaquezas morales, nuestra inclinación al pecado, que no tenían. El que permanece en Cristo, no continúa en la práctica del pecado. Renunciando pecado es la gran prueba de la unión espiritual con, permanencia en, y conocimiento salvador del Señor Jesucristo. Tenga cuidado con las auto-engaño. El que hace justicia es justo, y ser un seguidor de Cristo, muestra un interés por la fe en su obediencia y sufrimientos. Pero un hombre no puede actuar como el diablo, y al mismo tiempo ser un discípulo de Cristo Jesús. No nos servimos o disfrutar lo que el Hijo de Dios vino a destruir. Nacer de Dios ha de ser interiormente renovados por el poder del Espíritu de Dios. Renovando la gracia es un principio permanente. La religión no es un arte, una cuestión de destreza y habilidad, pero una nueva naturaleza. Y la persona regenerada no puede pecar como lo hizo antes de nacer de Dios, y como los demás que no han nacido de nuevo. No es que la luz en su mente, que le muestra el mal y la maldad del pecado. No es que el sesgo sobre su corazón, el cual dispone que él detesta y aborrece el pecado. Existe el principio espiritual que se opone a los actos pecaminosos. Y no es el arrepentimiento por el pecado, si se cometen. Va en contra de él para pecar con premeditación. Los hijos de Dios y los hijos del diablo tienen sus personajes distintos. La simiente de la serpiente son conocidos por el abandono de la religión, y por sus odiar a los cristianos verdaderos. El solamente es justo delante de Dios, como un creyente justificado, que se enseña y se dispone a la justicia por el Espíritu Santo. En esto, los hijos de Dios son evidentes, y los hijos del diablo. Que todos los profesores del evangelio poner estas verdades en el corazón, y tratar a sí mismos por ellos.

3:11-15 Debemos amar al Señor Jesús, valorar su amor, y por lo tanto, amar a todos nuestros hermanos en Cristo. Este amor es el fruto especial de nuestra fe, y una cierta señal de haber nacido de nuevo. Pero ninguno de los que con razón sabe el corazón del hombre, puede preguntarse en el desprecio y la enemistad de gente impía en contra de los hijos de Dios. Sabemos que somos pasados ​​de muerte a vida: lo sepamos por las evidencias de nuestra fe en Cristo, de los que aman a nuestro hermanos es uno. No es el celo por una fiesta en la religión común, ni afecto por aquellos que son del mismo nombre y sentimientos con nosotros mismos. La vida de la gracia en el corazón de una persona regenerada, es el principio y el primer principio de una vida de gloria, del cual no deben ser indigentes que odian a su hermano en su corazón.

3:16-21 Aquí está la condescendencia, el milagro, el misterio del amor divino, que Dios redimiría a la iglesia con su propia sangre. Seguramente debemos amar a aquellos a quienes Dios ha amado, y de tal manera amó. El Espíritu Santo, entristecido por el egoísmo, dejará el corazón egoísta y sin consuelo, y lleno de oscuridad y terror. Por lo que puede ser conocido que el hombre tiene un verdadero sentido del amor de Cristo por los pecadores que perecen, o que el amor de Dios ha sido plantada en su corazón por el Espíritu Santo, si el amor al mundo y su buena supera el sentimientos de compasión a un hermano que perecen? Cada instancia de este egoísmo debe debilitar las evidencias de la conversión de un hombre; cuando habitual y permitida, debe decidir en su contra. Si la conciencia nos condena en pecado conocido, o el incumplimiento del deber conocido, Dios hace lo mismo. Sea, pues, conciencia sea bien informado, ser escuchado, y asistió diligentemente.

3:22-24 Cuando los creyentes tenían confianza hacia Dios, por el Espíritu de adopción, y por la fe en el gran Sumo Sacerdote, que podría pedir lo que haría de su Padre reconciliado. Ellos recibirlo, si es bueno para ellos. Y como buena voluntad a los hombres fue proclamada desde el cielo, por lo que la buena voluntad de los hombres, sobre todo a los hermanos, debe estar en los corazones de aquellos que van a Dios y al cielo. El que sigue a Cristo por lo tanto, permanece en Él como su arca, refugio y descanso, y en el Padre por medio de él. Esta unión entre Cristo y las almas de los creyentes, es por el Espíritu que él les ha dado. Un hombre puede creer que Dios es misericordioso antes de que él lo sabe; sin embargo, cuando la fe ha prendido a las promesas, establece razón para trabajar. Este Espíritu de Dios obra un cambio; en todos los verdaderos cristianos que cambia de la potestad de Satanás al poder de Dios. Considere, creyente, cómo cambia tu corazón. ¿Ni aun tú anhelan la paz con Dios? ¿Querrías que no renuncian a todo el mundo por ello? Sin fines de lucro, placer, o de ventajas te obstaculizarán de seguir a Cristo. Esta salvación se basa en el testimonio divino, el Espíritu de Dios.

Comentario de Matthew Henry [1706], traducido del Inglés

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