Juan 11:42
Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que me rodea, para que crean que tú me has enviado.
11:33-46 Tierna simpatía de Cristo con estos amigos afligidos, apareció por los problemas de su espíritu. En todas las aflicciones de los creyentes es afligido. Su preocupación por ellos fue demostrado por su amable investigación después de que los restos de su amigo fallecido. Al estar en la condición de hombre, se actúa de la forma y manera de los hijos de los hombres. Se ha demostrado por sus lágrimas. Era un hombre de dolores, experimentado en quebranto. Lágrimas de compasión se parecen a los de Cristo. Pero Cristo nunca aprobó que la sensibilidad de los cuales muchos se sienten orgullosos, mientras lloran a meros cuentos de angustia, pero se endurecen a la aflicción real. Él nos da el ejemplo de retirarse de escenas de júbilo vertiginoso, para que podamos consolar a los afligidos. Y nosotros no tenemos un sumo sacerdote que no pueda ser tocado con el sentimiento de nuestras debilidades. Es un buen paso hacia la crianza de un alma a la vida espiritual, cuando la piedra es quitada, cuando se eliminan los prejuicios, y lo superó, y forma en que se hizo de la palabra para entrar en el corazón. Si tomamos la palabra de Cristo, y confiamos en su poder y fidelidad, veremos la gloria de Dios, y ser felices en la vista. Nuestro Señor Jesús nos ha enseñado, con su propio ejemplo, para llamar a Dios Padre, en la oración, y acérquese a él como a los niños a un padre, con humilde reverencia, pero con santa osadía. Abiertamente hizo esta dirección a Dios, con los ojos levantados y en alta voz, para que pudieran ser convencidos que el Padre lo había enviado como su amado Hijo al mundo. Podría haber resucitado a Lázaro por el esfuerzo silencioso de su poder y voluntad, y el trabajo invisible del Espíritu de la vida; pero lo hizo por una llamada en voz alta. Esta fue una figura del llamado del evangelio, por el cual las almas muertas son sacados de la tumba del pecado y del sonido de la trompeta del arcángel en el último día, con la que se despierta todos los que duermen en el polvo, y citado ante el gran tribunal. La tumba del pecado y de este mundo, no hay lugar para aquellos a quienes Cristo ha acelerado; tienen que salir. Lázaro fue revivido a fondo, y no sólo volvió a la vida, sino para la salud. El pecador no puede acelerar su propia alma, pero él es el uso de los medios de gracia; el creyente no puede santificar a sí mismo, sino que es dejar a un lado todo peso y estorbo. No podemos convertir a nuestros familiares y amigos, pero debemos instruir, advertir, e invitarlos.

Juan 11 Comentario de Matthew Henry, traducido del Inglés

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Juan 11:41
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