Isaías 50:2
¿Por qué cuando vine no había nadie, y cuando llamé no había quien respondiera? ¿Acaso es tan corta mi mano que no puede rescatar, o no tengo poder para librar? He aquí, con mi reprensión seco el mar, convierto los ríos en desierto; sus peces hieden por falta de agua, mueren de sed.
50:1-3 Los que han profesado ser pueblo de Dios, y parecen ser tratados con severidad, son propensos a quejarse, como si Dios hubiera sido duro con ellos. Aquí hay una respuesta para estas murmuraciones; Dios nunca privó ninguna de sus ventajas, a excepción de sus pecados. Los Judios fueron enviados a Babilonia por su idolatría, un pecado que se rompió el pacto; y fueron al fin rechazados por crucificar al Señor de gloria. Dios llamó a ellos a abandonar sus pecados, y evitar su propia ruina. Por último, el Hijo vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron. Cuando Dios llama a los hombres a la felicidad, y no van a responder, que son justamente dejaron de ser miserable. Para acallar dudas sobre su poder, se dan pruebas de ello. Las maravillas que asistieron a sus sufrimientos y muerte, proclamó que él era el Hijo de Dios, Mt 27:54.

Isaías 50 Comentario de Matthew Henry, traducido del Inglés

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Isaías 50:1
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