2 Crónicas 36
Comentario de Matthew Henry
36:1-21 La ruina de Judá y de Jerusalén, llegó en poco a poco. Los métodos que Dios toma para volver a llamar a los pecadores por su palabra, por los ministros, por la conciencia, por providencias, son todas las instancias de su compasión hacia ellos, y su falta de voluntad que nadie se pierda. Vea aquí lo que hace que el pecado estragos woful y, como valoramos la comodidad y la continuidad de nuestras bendiciones terrenales, nos permitieron dejar que el gusano de la raíz de ellos. Tenían muchas veces araron y sembraron sus tierras en el séptimo año, cuando debería haber descansado, y ahora yacían sin arar y sin sembrar durante diez veces siete años. Dios no será perdedor en su gloria al fin, por la desobediencia de los hombres. Si se negaban a dejar descansar la tierra, Dios quiso dar a reposar. ¿Qué lugar, oh Dios, tu justicia será repuesto, si Jerusalén ha perecido? Si ese deleite de tu fueron cortadas por la maldad, no seamos altivos, sino el miedo.

36:22,23 Dios había prometido la restauración de los cautivos, y la reconstrucción de Jerusalén, a finales de los setenta años; y que el tiempo para favorecer a Sión, que el tiempo establecido, llegó por fin. Aunque la iglesia de Dios fuese echado abajo, no es repudiada; aunque su pueblo se corrijan, no se abandonan; aunque arrojado en el horno, no se pierden allí, ni dejaron allí más hasta separar la escoria. Aunque Dios contienda larga, no va a luchar siempre. Antes de cerrar los libros de las Crónicas, que contienen un registro fiel de los acontecimientos, pensar lo que el pecado desolación introdujo en el mundo, es más, incluso en la iglesia de Dios. Vamos a temblar a lo que aquí se registra, mientras que en el carácter de algunas pocas almas llenas de gracia, descubrimos que el Señor no dejó a sí mismo sin testimonio. Y cuando hemos mirado este fiel retrato del hombre por la naturaleza, vamos a contrastar con él esa misma naturaleza, cuando sean recuperados por la gracia de los ejércitos, a través de la justificación y la rectitud del alma que adornan de Cristo nuestro Salvador.

Comentario de Matthew Henry [1706], traducido del Inglés

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2 Chronicles 35
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